A modo de guiño a un clásico del jazz, lenguaje que el homenajeado dominaba perfectamente, quiero encabezar estas líneas. ¡Qué decir sobre el gran Teppo Hauta-aho! Un amigo, un hermano, un músico completo, un creador incansable, un niño inquieto y curioso en el cuerpo de un hombre.
Con Teppo he vivido momentos increíbles, y no hablo de música solamente. Junto a él conocí la cerveza japonesa Asahi, conocí lo que era ser una estrella siendo uno mismo, conocí que la humildad no está reñida con la genialidad, entre tantas otras cosas. Recuerdo también cuando publicaron una foto nuestra en una de las revistas de humor de más éxito en España: El Jueves.

Teppo era una persona muy humilde, afable, bromista y lo nuestro fue un amor a primera vista. Le conocí en persona en el 2012 en Copenhague y, a pesar de que ambos nos conocíamos por nuestros trabajos como compositores (ambos publicamos en la editorial Recital Music) al encontrarnos hubo una conexión muy fuerte entre nosotros. El destino quiso que coincidiéramos muchas veces más.
Tuve la oportunidad de aprender mucho de él; cada rato de conversación era como una clase magistral sobre música y sobre la vida. Aprendí mucho simplemente sentándome a escucharle en las innumerables conversaciones que tuvimos, tanto en persona como telefónicamente. En cualquier momento me telefoneaba él a mí, o yo a él, unas veces por alguna cosa en concreto, otras veces simplemente para saludarnos y hacer algunas bromas.
Desde que le conocí, cada año me telefoneaba el día de mi cumpleaños y me cantaba el Happy Birthday, todos menos este año… hace algo más de un mes. No le di más importancia, pero no podía imaginar este desenlace.

Tengo muchas de las frases que me decía grabadas en mi mente, como por ejemplo: “Fimo, el mejor amigo del compositor es la goma de borrar”. ¡Cuánta sabiduría en esta simple frase!
“Fimo”; siempre me llamaba Fimo. Este nuevo apodo comenzó en un festival en Reino Unido organizado por David Heyes. Como sabréis, el gran Teppo escribía a veces piezas inspiradas en los nombres de los intérpretes. En esta ocasión, mi querido Dan Styffe había interpretado una pieza escrita por Teppo titulada Dan’s Gasparo y comenzaba D-A. Ésa era la base de toda la pieza, pero en esta ocasión Dan la había tocado con afinación de solo. Después del concierto, y como siempre bromeando, yo le decía a Teppo: “¡Dan no ha tocado DAn, ha tocado EBn, porque tocó con afinación de solo!”. Entonces nos reímos y pensamos en cómo se titularían algunas piezas en “afinación de solo”. Y desde ese momento decidió que mi nombre en afinación de solo sería “Fimo”.

Sentía mucho afecto hacia mí y yo me sentía protegido por él en cierto modo; me decía que era su hermano pequeño y así me hizo sentir siempre. Nunca competimos, nunca se mostró superior, siempre tuvo hacia mí un trato muy cercano y humano. Como era de esperar, me escribió una obra: Simon’s Bounce, una pieza en pizzicato con un marcado groove y partes abiertas para improvisación, incluso de percusión.
La última vez que la toqué para él fue en su homenaje en Luca, Italia, en 2018. Tuve un festival especialmente ocupado, y cuando llegó el momento del concierto dedicado a Teppo me di cuenta de que no había podido estudiar la pieza. Aunque ya la había tocado más veces, no me sentía seguro de interpretarla. Se lo dije antes de comenzar el concierto, a lo que me respondió: “Fimo, no pasa nada, improvisa”. Llegando a la sección final recordé sus palabras y simplemente cerré los ojos y me dejé llevar. Posiblemente fue la mejor interpretación que podré hacer jamás de ella. Además de escribir y dedicarme una obra, hay otra cosa que poca gente conoce: Teppo escribió una Cadenza para mi Concertino n.º 1 como regalo sorpresa para el estreno de la versión de contrabajo solista y orquesta interpretada por Diego Zecharies.

De sus hazañas musicales todos somos conocedores: es, ha sido y será el compositor más prolífico de todos los tiempos escribiendo música para contrabajo, además de, seguramente, el compositor más interpretado en la historia del contrabajo.
Ha sido un músico de su tiempo: ecléctico, curioso, atrevido… ¡y ha conseguido ser eso que se hace llamar «el músico completo»!: lo mismo le daba tocar con la Filarmónica de Helsinki, que con la Ópera de Finlandia o el club de jazz más pequeño y remoto del mundo. Él era música.
Como músico, ha sido muy activo y creativo hasta el último suspiro; comprometido consigo mismo y con su manera de entender el mundo. Cada vez que nos encontrábamos en cualquier país, siempre traía algunos discos para regalarme, incluso de grabaciones que no estaban publicadas. “Escucha esto Fimo”, me decía, y ahí conocí la gran capacidad de Teppo, el auténtico, su espíritu inquieto y versátil. Fue un genio en el campo del jazz, ¡y esto no todos los saben!
Recuerdo con cariño una anécdota en uno de sus recitales. Empezó el recital muy serio, y a la tercera pieza se paró a pensar y le preguntó a una señora del público qué pieza debía tocar a continuación. La señora, ruborizada, leyó el título de la siguiente pieza en su programa de mano, a lo que Teppo respondió:
—¿Seguro? No puede ser, déjeme ver…
La señora le mostró el programa de mano un poco desconcertada. Todo fueron risas en el auditorio. Así era Teppo: un espíritu del bosque que disfrutaba con sus travesuras.
Como su propia hija Sonata me hizo saber, él no querría que la gente se sintiese triste por su partida, sino que le gustaría que este momento fuese celebrado con la alegría que lo representaba y con su música. Y así será.
¡Gracias por este gran legado, querido amigo!
